viernes, 29 de enero de 2016

SINOPSIS

En 1920, desde una aldea del sur-occidente de Asturias, un adolescente de quince años es “emigrado” a Centro América, en concreto, a Santo Domingo, para seguir la estela de su tío, que había hecho fortuna.
Su carácter y personalidad “libres” le llevan a una serie de aventuras en La República Dominicana, Haití, Cuba y Nueva York, finalizando el periplo migratorio en una repatriación que lo devuelve a su caserío natal de San Feliz, en el concejo de Grandas de Salime.

De nuevo lo envían América, en esta ocasión para evitarle el llamamiento a filas con destino a la guerra del Norte de África. En Argentina se inicia en el sindicalismo y la política. Regresa voluntariamente a España coincidiendo con la instauración de la II República. La experiencia porteña le facilita participar activamente en la vida política y democrática de su municipio, hasta que estalla la guerra civil en 1936.

Esta novela, basada en hechos y personajes reales, nos muestra la cara de una emigración diferente a la del “indiano” que hizo fortuna: La de los “reclamados” que no la hicieron, pero que sí contribuyeron a que otros la hiciesen. Es la historia de los emigrantes que consumieron y consumen su existencia en la añoranza del regreso que nunca hacen por miedo a ser juzgados de fracasados.

No es una novela histórica, sino una biografía novelada. Tiene lugar en un interesante periodo histórico del siglo XX, donde los hechos esenciales han sido realidad vivida por su protagonista, y la conexión de los mismos ficción necesaria; además, en ella ocupan un lugar preferente los sentimientos y el amor.

Esta primera parte de SANFELIZ EL CAMINAR DEL EMIGRANTE, finaliza con el estallido de la guerra civil española. La segunda parte, SANFELIZ – EL CAMINAR DEL ROJO, abarca toda la guerra civil y los primeros años de la postguerra.


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ESCENARIOS

SANFELIZ EL CAMINAR DEL EMIGRANTE, es una novela basada en hechos y personajes reales. Casi todos los protagonistas son citados por sus nombres verdaderos o por sus apodos, solo en algunos casos se han cambiado. No es una novela histórica, aunque narra un periodo histórico, sino una biografía novelada. Transcurre en el primer tercio del siglo XX, y en escenarios muy diferentes de España y de América.
(Pág. 9) El último tercio del siglo XIX y el primero del XX, pese a darse en ellos el inicio de la democracia en la historia de España, como fueron el sexenio democrático en la década de los sesenta y la Primera República de 1872, o los gobiernos de la monarquía, no fueron buenos tiempos para la sociedad española; ni para los habitantes de la ciudad ni para los del medio rural… Para los campesinos asturianos tampoco lo fueron porque el sistema de minifundios había rebajado las extensiones de los cultivos familiares hasta la extenuación, de modo que la casería[1] apenas permitía sostener una familia numerosa.

[1] La casería en Asturias está formada por la casa y las dependencias anexas como el hórreo, el pajar y la cuadra entre otros; también por las fincas y el aprovechamiento de los montes comunales, siendo el tipo de poblamiento rural más característico. 

A continuación se muestran algunos de esos escenarios, intentando ubicarlos en el espacio físico y en el tiempo, así como algunos de los elementos más significativos.


Municipio de Grandas de Salime

El municipio de Grandas de Salime está situado en el interior de la Comarca Occidental del Principado de Asturias, limitando con la provincia gallega de Lugo y con los municipios de Santa Eulalia de Oscos, San Martín de Oscos, Pesoz y Allande.

En la Edad Media el rey Fernando II de León, concedió estas tierras al Obispado de Oviedo y en el año 1584 se formaron 2 concejos: Grandas y Salime, uniéndose en el año 1836 como concejo único.

Actualmente cuenta con una población de 943 habitantes, pero en el primer tercio del S.XX tenía una media de 3.500 habitantes, lo que quizás explique la realidad migratoria de aquellas décadas, dada la situación económica y social del municipio. El motor que sustentaba el concejo, al igual que ocurría en Pesoz y los demás municipios limítrofes, era el sector primario, con explotaciones agrícolas y ganaderas de supervivencia, lo que implicaba el tener que emigrar para la mayor parte de los miembros de las familias.

La historia de Grandas está marcada por ser una etapa en el Camino de Santiago, el último tramo asturiano de la Ruta Jacobea Primitiva, con un templo, la Colegiata de El Salvador, que sigue conservando su portada románica, estando rodeada toda ella de un pórtico sobre arcos de medio punto. El templo fue completamente remodelado en los siglos XVII, XVIII y XIX.

En tiempos actuales, están saliendo a la luz otros vestigios de su historia que entroncan Grandas con la prehistoria y la romanización, así:

  1.El concejo tiene gran cantidad de restos tumulares y otros restos materiales como cazoletas, figuras humanas, hachas pulimentadas y metálicas, etc. Todo esto fue encontrado en los túmulos de Chao de Cereixeira, el pico de La Cancela, y en Monte Bornela. También hay restos de estructuras funerarias en la Xorenga y Zarro.

2.La época castreña también tiene en el concejo sus restos como son: el castro del Chao Sanmartin, el castro de Pelou o el castro de Valabilleiro, todos ellos con restos de utillaje, como hachas pulimentadas, un hacha de talón de bronce con dos anillas o con una sola anilla. Todos estos castros están enmarcados en lo que era el sector lucense, habitado por pueblos galaicos prerromanos y actualmente están siendo excavados por un equipo arqueológico.








  El castro de Chao Samartín, situado en Grandas de Salime (Asturias, España) es un recinto fortificado fundado a fines de la Edad del Bronce (siglo IX-VIII a. C.) que se mantuvo habitado hasta fines del siglo II d.C., cuando fue destruido por un movimiento sísmico que arrasó el poblado. El origen del poblado fortificado se remonta a finales de la Edad de Bronce (hace unos 3.000 años); de esa época son las primeras defensas, un foso y una empalizada que rodeaban un recinto sagrado con una entrada presidida por unas grandes rocas y donde se situaba un edificio bastante grande para la época (unos 60 m²).
Ya en la Edad del Hierro la zona habitada del castro comienza a crecer de forma considerable y se duplican las defensas. En el siglo IV antes de Cristo las defensas se componían de un muro y varios fosos en cuyo interior estaban las cabañas de planta circular y rectangular con esquinas redondeadas, contaban con una sala y techumbre vegetal. También se construyó en esta época la primera sauna y se atestiguaron talleres metalúrgicos relacionados con la transformación del oro, la plata y el bronce. La única entrada al poblado era por el sur gracias a un portón que salvaba el foso. Los habitantes eran agricultores, preparaban los alimentos en piezas cerámicas y tenían herramientas de hierro, cobre, plata y oro, según demuestran los restos encontrados en el lugar.

3.Con la llegada del imperio romano, comienza un tiempo de paz y prosperidad llegando a renunciar a las defensas y aprovechando el tener muy cerca varias minas de oro. Esta prosperidad se ve frenada por un abandono repentino del poblado debido a un terremoto, hacia el siglo II.Sobre la ruinas del poblado romano se emplazó, en tiempos de la Monarquía Asturiana (siglos IX-X), una necrópolis que prolongó el uso funerario del Chao Samartín hasta el fin de la Edad Media.
El castro se comenzó a excavar en 1990 y todavía falta gran parte del poblado por estudiar. Debido al abandono repentino se encuentran muchas herramientas incluso joyas y otros objetos de valor en la época romana.
La época romana, afectó a todo este sector, principalmente por la fuerte actividad minera llevada a cabo en esta zona donde hay abundantes yacimientos auríferos. Se conservan evidencias como los túneles excavados en Penafurada para llevar el agua a las explotaciones mineras de Valabilleiro.

  La villa de Grandas actualmente y su municipio, como señas de identidad, además de lo ya expuesto, nos muestra su Ayuntamiento, modernista con una singular torre, la Central del Salto de Salime y el Museo Etnográfico:

 1.La central de Salime, construcción seleccionada por la organización Docolomo (Documentacióny Conservación del Movimiento Moderno) por su significado dentro de la arquitectura moderna. Es obra de Joaquin Vaquero Palacios. De ella hay que destacar la sala de las turbinas con pinturas de su hijo Joaquin Vaquero Turcios, en la que se narra toda la construcción de la presa.



  2. El Museo Etnográfico de Grandas de Salime, creado en 1986 reúne una gran cantidad de instrumentos tradicionales y que suman más de 8.000 piezas. Este museo era la antigua casa rectoral que fue rehabilitada según su primitivo estilo. En ella podemos ver las diferentes dependencias de la casa típica rural: la cocina, el almacén de aperos, la destilería, el dormitorio, la cuadra y sus construcciones auxiliares como hórreo y panera. También tiene una importante colección de madreñas. Es el prototipo del museo vivo, ya que en él se puede observar en directo el trabajo de diferentes profesionales de la artesanía como son: tornería, telares, herrería, como la destilación de orujo y elaboración de vino dando como resultado un museo que supera lo meramente expositivo para convertirse en una muestra viva de la vida tradicional del concejo y de la comarca en general.


EL RIO NAVIA Y SU CUENCA:
(Pag.26-28) El río Navia, cuyo curso transcurría encajonado, dejándose habitar solo en las laderas de sus vertientes, precisamente en San Feliz había formado una preciosa y extensa vega, con una fértil tierra de cultivo que permitía a Nuel y su familia no solo subsistir sino vivir mejor que la mayoría de las familias de los pueblos del entorno.
Nuel había sido y era feliz en aquel pequeño paraíso, y no entendía la necesidad de aquella salida a la emigración, pese a que había convivido con ese sentimiento desde que tenía recuerdos.
—… Y si lo pasas mal, vuelve; el abuelo y yo queremos verte antes de morir….
─Abuela, no se preocupe, tendré en cuenta todo lo que me dice.
El abuelo no gorgoteó palabra, solo lloraba, sacó su mano temblorosa de debajo de las mantas, le cogió la mano y le hizo apretar unas monedas y algún billete. Lo abrazaron fuertemente, lo besaron y lo soltaron al unísono, para a continuación introducirse debajo de las mantas. Nuel abandonó la habitación a punto de llorar, pero no lo hizo porque lo esperaba su madre en el pasillo.


  Hoy, si nos asomamos al mirador del Marco, no lejos de Grandas, desde donde se puede contemplar la cuenca del Navia, nos resultará imposible imaginarnos la vida y la historia que yace bajo las aguas. No se ven pueblos, ni fincas, ni río… solo las aguas de un pantano que han sepultado aldeas, tierras y bosques…, hasta el propio río que un día fuera salmonero. Susalime, El Mazo, Salime, San Feliz, Albeira, el Puente de Salcedo… y tantas otras aldeas y caseríos han desaparecido para siempre, pero no de la memoria. En esta foto se muestran las fincas de Susalime, El Mazo y Salime, hasta el último recodo del río donde se adivinan las de San Feliz y Albeira entre otras.

SALIME:

El pueblo de Salime estaba ubicado en la margen derecha del Navia, y para comunicarse con la izquierda, como salida hacia Grandas, existía un puente que Jovellanos en su día describió de la siguiente manera: El puente de Salime está en prodigiosa altura del río; éste, profundizó su lecho después de construido y el puente quedó en lo alto.


Del primitivo puente de piedra existe constancia en algunos escritos: Pedro de Pedre, de Castro natural, hizo el puente de Salime, la iglesia i el hospital i la catedral de Lugo.

Destruido el puente de piedra, quizás por algún movimiento de tierra, fue sustituido por otro, en un nivel un poco inferior al de piedra, del que se cuenta que cayó cuando una pareja de novios se encontraba en el medio contemplando las embravecidas aguas del río.

Finalmente se construyó el último, quizás a la misma altura o nivel que había tenido el de piedra, y que cumplió sus funciones hasta quedar engullido por las aguas del pantano.


Otro puente importante del rio y de la comarca, una vez se construyó la carretera que comunicaba Grandas con El Salvador y Pola de Allande, era el Punte de Salcedo.


Entre los dos puentes un molino, el del Mazo, y varios caseríos: Albeira y San Feliz a orillas del río, A Casía y Paradela por encima de la carretera a partir del Puente de Salcedo.

Caserío de San Feliz
En la actualidad Safeliz y Albeira están bajo las aguas del pantano, como se señala en la siguiente fotografía, lo mismo que alguna de las fincas del caserío de Paradela, cuya casa se puede ver por encima de la carretera.




MUNICIPIO DE PESOZ (ASTURIAS):


Pesoz o Pezós, como se denomina en la zona, limita con los concejos de: Illano, Allande, Grandas de Salime y San Martín de Oscos.

La población de Pesoz sigue las pautas de toda la comarca rural occidental. De las 900 personas que había a comienzos del siglo XX, se ha llegado a las 256 a comienzos del siglo XXI. El motor que sustenta el concejo, es básicamente el sector primario, y más concretamente la ganadería que genera el 80% del empleo local.

Una aldea de este municipio, protagonista de la novela, es Cabanela, con solo tres casas: la de Pedro, la de Canuto y la del Caseirón.
En la década de los años sesenta (S.XX) quedó deshabitada, siendo ocupadas algunas de ellas, durante las décadas siguientes, por gentes del movimiento hippy.

En el primer tercio del S.XX todas las tierras de la aldea se trabajaban exhaustivamente, tanto para la explotación agraria como vitícola, así como los montes comunales para el pastoreo o los sotos de castaños, para madera y la recolección de castañas.

Además de Cabanela, también Vilarmarzo, Sanzo y Busmayor tienen su sitio por ser lugares donde hunden sus raíces los ascendientes de los protagonistas.

EL PRIMER AUTOBÚS:
(Pág. 39-40) Después del Puerto de la Garganta, enseguida divisaron una línea azul en el horizonte, explicándole su padre que era el mar Cantábrico. A partir de aquí, ya todo sería bajar hasta llegar a Vegadeo… 
Vegadeo le pareció casi una ciudad, pues era bastante más grande que su villa; no tuvo mucho tiempo para comprobarlo porque nada más llegar su padre le sacó el billete en una pequeña ventanilla de cristal, al final del mostrador del bar frente al cual estaba estacionado el autobús que salía para Navia.
No había visto nunca algo semejante, era muy grande y tenía asientos en el techo. El corazón se le aceleró pensando que se iba a subir en aquella máquina.

Los viajeros empezaron a acomodarse arriba y abajo, mientras Nuel se sentó, a indicación de su padre, junto a una ventanilla que estaba abierta, para así hablar desde la misma; pero el ronroneo del motor y el murmullo de la gente despidiéndose y hablando desde las otras ventanillas, les obligaba a hablar gritando…
En medio de todo aquel barullo se oyó un estridente relincho, que Nuel reconoció de inmediato como de Perla. Sacó la cabeza por la ventanilla para mirar hacia el parque donde la habían dejado atada, y, efectivamente, Perla estaba dando cabezadas arriba y abajo mientras rebuznaba. Nuel perdió la visión, no porque el autobús se hubiera movido o porque Perla se hubiera soltado, sino porque los ojos se le empañaron. 

EN GIJÓN:
(Pag. 52) A punto de traspasar el umbral de la puerta del edificio, le llegaba un sinfín de nuevos sonidos, de los que solo identificaba los cascos de caballerías sobre suelo de piedra, diluyéndose con otros procedentes de alguna máquina… Tampoco tenía muchas referencias: una apisonadora de vapor que había compactado la piedra de la carretera que subía a la Villa; un par de coches que pasaban de tarde en tarde por la misma carretera, encima de su caserío; y la propia locomotora que lo trajo a Gijón.
Cruzó la puerta y se pegó a la pared del edificio, pues aquello que tenía delante era como la entrada de una colmena de abejas en plena recolección: gentes hacia arriba y hacia abajo mezclándose con carruajes de caballos que parecían transportar cosas; ciclistas serpenteando entre carruajes y peatones; por fin, un coche que se acercaba haciendo sonar un ruido parecido al de la caracola de su abuelo, la cual soplaba cuando le explicaba cómo se avisaban los barcos en la niebla.

(Pag. 54) …al instante le alcanzó el rostro una ráfaga de viento fresco, que intuyó debía ser aire de mar, porque sintió una sensación nueva, similar a la brisa del atardecer que removía las hojas de los humeiros[1] en la orilla del Navia, pero con una fragancia diferente, quizás a salitre marina, aquella de la que su abuela decía, cuando iba a Ribadeo a tomar los baños: Respirar aquel aire, con sabor a sal, es salud…
(Pag 55) Según se dirigía al puerto, el olor/sabor a brisa marina se hacía más intenso, pero ahora mezclado…  Frunció el ceño porque no le agradaba lo que le recordaba: sardinas conservadas en salmuera, que le gustaban mucho a su abuelo y que de vez en cuando su madre las ponía con cachelos[2].
(Pag 57) Los pescadores le parecieron gente ruda, tosca, con un lenguaje especial, ya que algunas de las cosas que se decían no las entendía. Pero le llamó la atención que había niños pescadores realizando faenas como los mayores. Alguno no tenía más de doce años…

(Pag 60) Esa tarde, Nuel la aprovechó para conocer el Centro de Gijón. Tras pasar por delante del Ayuntamiento, se encontró junto a una Iglesia que ponía ante sí una fascinante visión: una playa inmensa en la que se batían, en incesante ir y venir, olas que rompían en una arena dorada. Le impresionó el mar Cantábrico visto de cerca, con su profundidad de azul o verde cuando se forman las olas. En donde estaba ahora, el oleaje batía sobre el muro, pero unos metros más allá las olas rompían en la arena y sobre los primeros bañistas de la temporada. Viéndolos en traje de baño, cayó en la cuenta de que le sobraba la chaqueta; la quitó, la dobló y la puso sobre el brazo izquierdo.
Cuando llegó a la zona de casetas, le hacía ilusión ver una mujer con indumentaria propia de playa. Al principio no vio ninguna, pero al llegar a la mitad del paseo, justo donde había más casetas y más gente, quedó sorprendido al contemplar varias chicas con una especie de camiseta que al final tenía una faldita corta, muy corta. Tuvo que hacer esfuerzos para que no le viniera a la imaginación… la abuela tomando los baños en Ribadeo…

(Pag 93) Alicia abrió el bolso y sacó un pañuelo blanco, lo hacía porque todo el mundo a su alrededor lo estaba blandiendo. Primero lo acercó a un ojo y después al otro, y finalmente lo agitó, uniéndose al ballet de pañuelos al aire. El Cabo Vidio ya estaba a varios metros del muelle. En muy pocos minutos la figura de Alicia, casi al borde del agua, empezaba a verse menguada. El barco puso proa hacia alta mar.
Cada vez el muelle del Musel se veía más lejos, lo mismo que el conjunto de las personas, de las que solo destacaba la blancura de sus pañuelos. Un toque de sirena indicó que estaban abandonando la bocana del puerto y enfilando el mar Cantábrico. El buque se perdió en el horizonte envuelto en niebla. Desde tierra ya solo se oía la sirena avisando de su presencia. En el muelle de embarque apenas quedaba gente. Alicia fue una de las últimas personas en abandonarlo.

SANTO DOMINGO:
(Pag. 110-112) Amanecía, los últimos pasajeros del Cabo Vidio se arremolinaban en cubierta yendo de babor a estribor conforme intuían el costado que el barco iba arrimar al muro de atraque.  Estaba entrando de proa, coleando la popa según el remolcador tiraba hacia uno u otro lado…
Conforme bajaban la escalerilla, los que les antecedían hacían aspavientos de saludos, siendo correspondidos desde el muelle. Rogelio saludaba a su tío, pero este no lo conocía. Por su parte, Nuel aún no había visto al suyo, pero estaba tranquilo porque tenía la dirección, y si no venía a esperarlo, caminaría hasta su negocio, pues le había dicho que estaba muy cerca del puerto…
— ¡Sanfeliz!, ¡Nuel Sanfeliz!, ¡vengo a recoger a Nuel Sanfeliz!
Era la voz infantil de un joven mulato, que pegaba saltos entre la multitud para hacerse notar, dada su baja estatura…

Calle del Conde
El chico era simpático, y se le presentó como Abel, la persona de confianza de don Julián, y dominando la situación le dijo que antes de ir para casa le iba a dar una vuelta por la ciudad, sobre todo por la parte colonial, aunque su calle, la del Conde, también era muy céntrica, al lado de muelle pequeño del río Ozama…

(Pag. 119-120) Nuel se sentía encarcelado en el negocio de su tío, pues ya había pasado casi medio año, y apenas había salido a la calle, solo en dos ocasiones,  la primera para echar la carta de Alicia y la segunda para asistir a misa el día de la Ascensión, pues argumentó que su abuela le había pedido que ese día no faltase a misa…Cuando la huelga de estibadores en el puerto, Nuel participó a su modo, llevándoles comida a una de las naves donde estaba recluido un grupo. Esta actuación suya, sin el permiso del encargado, significó que su tío montara en cólera…
— ¡En mi negocio, no hay revolucionarios! Aquí se trabaja, no se hace política… —Las consecuencias de su actitud con los estibadores no se hicieron esperar—. He comprado una partida de madera en Haití, embarcarás para allí, y trabajaras en la corta con Juan, mi maderero. Os embarcaréis mañana en el Porto Fino.

NUEVA YOK:
(Pag. 126) Lo que vino a continuación fue un calvario para Nuel: pedirle la documentación de emigrante en Estados Unidos, no disponer de ella, ponerle las esposas y conducirlo a la comisaría más próxima…

 Ante la aclaración de los hechos, lo trasladaron a Emigración y, tras permanecer en un albergue portuario o de aduanas algunos días, le comunicaron que al día siguiente zarparía en un barco en dirección a España y desembarcaría en Vigo, como  “repatriado”, y que esta fórmula significaba que tenía vetada su entrada en los Estados Unidos de América para siempre…



EN CASA:
(Pag. 133) ─Y… ¿ahora qué? Tienes ahí el servicio militar, ya has entrado en quintas… ¿Sabes lo que te espera? ¡África! El abuelo lo tiene todo previsto: no permitirá que vayas a África, aquello es un polvorín. Pensaba que ibas a regresar primero, y le escribió a su hija Leonor, tu tía,  en Buenos Aires, para que te reclame, cosa que ya hizo. Te marcharás para allá. —Subió la azada al hombro, lo miró fijamente antes de reemprender el camino, y en tono amenazante prosiguió—. El abuelo está dispuesto a gastarse todos sus ahorros en el pasaje para Buenos Aires; así que, antes de que te localicen los de reclutamiento, partirás para Vigo y allí comprarás el pasaje…

BUENOS AIRES:
Calle Lavalle-Buenos Aires
Enero 1924
(Pag. 152) El recibimiento en Buenos Aires había sido bastante diferente al de Santo Domingo, dado que Leonor lo acomodó en su casa, haciéndole un hueco en la habitación de su hijo Carlos, en el pequeño apartamento en que vivía desde que se quedó viuda…

EN LAS SIERRAS DE CORDOBA (ARGENTINA):
Enero 1927
Hotel Imperial-Córdoba
(Pag. 171) Tal y como le había dicho Rius, Nuel no tuvo ningún problema para conseguir trabajo en el Hotel Imperial, donde entró como ayudante de cocina. Tampoco lo tuvo para conseguir una habitación en un edificio del centro, no lejos del hotel…
Catedral de Córdoba-Argentina


Hotel en las Sierras de Córdoba
El descanso de la mañana del día que recibió la noticia del permiso, Nuel lo aprovechó para seguir la Cañada, pasar al río Suquía y perderse por el nuevo parque inaugurado recientemente. Desde él tenía una mejor vista de toda la serranía, especialmente de Sierra Chica…



BUENOS AIRES:
Enero 1929
(Pag. 202) Las Navidades de 1928 tampoco fueron para Nuel unas buenas Navidades, era su sino desde que había abandonado San Feliz por primera vez; fueron, al contrario, las peores en su corta vida.
Después del funeral de Carmela, el regreso a Buenos Aires no solo era el cumplimiento del deseo de don Ricardo Arbuet, sino su máximo anhelo: abandonar aquella maldita tierra de destierro, de destrucción y de muerte. Este sentimiento le pareció injusto, tras despedirse de Melchor en la estación del tren, ya que, mientras el vagón se deslizaba suavemente por el andén, quedando expuesta ante sí la amplia visión de las sierras, comprendió que aquella ciudad y aquellas montañas fueron tierras de acogida y de promisión para muchos, pues en ellas encontraron trabajo y, no pocos, la salud.
Puente Pueyrredón-Buenos Aires
No había prestado mucha atención al viaje, más bien lo pasó ensimismado en los recuerdos, por lo que la hora de llegada a la Estación Central de Buenos Aires lo encontró desprevenido, hasta tal punto que fue el último en recoger sus maletas y en abandonar el vagón. Bajó pausadamente los dos escalones y depositó el equipaje en el andén, como si estuviera desorientado, sin saber qué hacer. La lentitud de sus movimientos y de las decisiones fueron la causa de que se viera solo ante aquel  penúltimo vagón, lo que sirvió para que Nuria lo distinguiera con facilidad y echara a correr a su encuentro…
  
(Pag. 232) El día había amanecido despejado como pocos, sin brumas, con un cielo azul límpido; hasta el Río de la Plata aparentaba aguas cristalinas, lo cual debía ser un efecto de la luminosidad porque no lo eran. Nuel disfrutaba de la mañana antes de dirigirse a la naviera, cruzando el Puente Pueyrredón en plena actividad. 

EL REGRESO:
(Pag. 242) A media tarde del día 28 de junio de 1931, se encontraba en la cubierta del “Uruguay” con todos los trámites hechos, aunque el pasaje mayoritariamente continuaba en tierra.


LA SEGUNDA REPUBLICA:
Estación de Ferrocaril-Oviedo
(Pag. 258) … Sus cuatro maletas de cuero, el porte trajeado, el sombrero de fieltro y los zapatos lustrados por manos de un limpiabotas en Barcelona le parecieron un insulto a la propuesta de un porteador que se subió a su vagón en la estación del Norte en Oviedo.
—Señor, señor…, permítame llevar su equipaje a donde usted desee, fuera tengo mi carreta..., es el modo de ganarme la vida para los míos…
—…El equipaje me lo va a llevar a alguna pensión que esté cercana a la estación del autobús que sale para Tineo.
Calle Fruela y Uría-Oviedo
—Justamente encima está la pensión de doña Camila, a la que le llevo muchos clientes, y seguro le hará un buen precio. Es limpia, se come bien y estará como en un hotel. Síganos, en diez minutos estaremos allí.
Sin esperar opinión alguna, Antón se puso al lado de su hijo y los dos tomaron al animal por las bridas, uno a cado lado del bocado. La burra o la yegua, comprendiendo la señal, inició el tiro de un carro que se deslizaba por sí solo, dado el leve desnivel, hacia la calle Uría. Nuel se limitó a seguirlos por la calzada, contemplando los edificios de la primera calle de Oviedo; varios eran modernos, de tipo colonial, con ornamentos un tanto barrocos; otros, antiguos; y algunas villas indianas, llamadas a caer bajo la piqueta de una construcción expansiva en la ciudad…

OCTUBRE DEL 34:
(Pag. 305) …al hospital llegaban de continuo noticias sobre cómo se desarrollaban los acontecimientos: Buena parte de Asturias ya se encontraba en manos de los mineros, incluidas las fábricas de armas de Trubia y La Vega, y en toda la provincia se organizó un Ejército Rojo[1], que ya llegaba a un número de 30.000 efectivos, en su mayoría obreros y mineros. En contraposición, también se habían desplegado las tropas gubernamentales en cuatro frentes: una, a través del puerto de Pajares comandada por el general Bosch; otra, desembarcando en Gijón legionarios comandados por Yagüe; el tercer frente, por el oeste comandado por López Ochoa procedente de Galicia y el cuarto, procedente de Santander, por una columna que llegaba de Bilbao.
Oviedo, por las noticias alarmantes que les estaban llegado, ya solo era un montón de ruinas, con cientos de muertos, heridos y desaparecidos. Las columnas de humo que se veían desde las ventanas en todas las direcciones, el resplandor de las llamas por la noche y el ruido infernal de los tiros, bombardeos y explosiones eran la certificación de una realidad que iba más allá de lo que se podía explicar.
(Pag . 323) El día 18 de julio de 1936, amaneció espléndido; un sábado de verano caluroso desde el inicio del día. Nuel tenía motivos para empezarlo contento, ilusionado: se preparaba para asistir a la fiesta de Santa Marina en Vilarmarzo, y allí se encontraría con Ariana. Sin embargo, la reunión que había mantenido tres días antes en Tineo con sus compañeros de partido, en la que analizaron la situación, repasando punto a punto todos los acontecimientos desde octubre de 1934 hasta el lunes día 13 de Julio pasado, no le hacía albergar ilusiones para la esperanza, más bien le prevenía de lo que estaba por acontecer.

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EL SELLO DE MADERA

En la novela (Páginas 291-292) se hace referencia a un sello de madera: "Las decisiones de la Gestora se tomaban por acuerdo unánime de los tres miembros, debiendo contar con la firma de los tres gestores, por lo que, en ocasiones, Nuel dejaba por escrito la autorización para utilizar su sello, al estar ausente cuando se emitía el documento acordado, sello, que él mismo confeccionó en madera."

La historia de este sello se recuperó cuando Pepe El Ferreiro de Grandas de Salime, en su interés por hacer una colección de todo tipo de material etnográfico de la zona, lo que devino en convertirse con el tiempo en el actual MUSEO ETNOGRÁFICO DE GRANDAS DE SALIME, en los bajos del edificio municipal se encontró con un sello de madera que hacía referencia a un concejal de la República. El viejo sello, estaba tallado manualmente en madera de "humeiro" (aliso), fácilmente moldeable, y tenía todas las connotaciones de haber salido de las manos del propio concejal, de profesión carpintero.

  Pepe entendió que aquel objeto tendría más interés para la familia del concejal que para el propio museo, por lo que se lo hizo llegar, con gran agradecimiento por su parte puesto que todo lo que hacía referencia a NUEL SANFELIZ y a su paso por el Ayuntamiento había quedado borrado tras la Guerra Civil. 

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OTROS TITULOS DEL AUTOR

La emigración de España hacia América no siempre ha sido la de los indianos que regresan con fortuna; generalmente, al drama de la ida, al cabo de un tiempo, había que yuxtaponer el drama de la vuelta, que casi nunca ocurría, precisamente por esto, por no haber logrado fortuna.
En esta obra se dan la mano las dos emigraciones, la de América y la de Europa.
Se desarrolla en una aldea asturiana, con el personaje protagonista ausente, porque está emigrado, pero siempre presente. La casona, el molino, la fuente, la romería, también son protagonistas, lo que nos permite ubicar la acción en nuestra propia aldea.
Luis emigra a América forzado por la necesidad. En la aldea queda Marta, su novia, que ayuda a la madre, viuda, en las tareas del molino, único sustento de la familia,   y sus amigos de la Casona Miguel y Marga, que se ven obligados a ocultar esta amistad a su madre, Doña Ana, la matriarca de la Casona, que no solo domina a sus hijos sino también a su marido, Don Rosendo y al sumiso criado Camilo, lo que dificulta que Miguel y Marga puedan socorrer a su amiga en las duras vicisitudes que le esperan en los próximos años sin noticias de Luis desde América. Este drama mantiene la intriga hasta el final donde se da un desenlace inesperado, aunque muy real conforme a los cánones de la emigración de la época. Quizás sean estos tintes de realidad lo que hace el lector se decida preferentemente por esta obra.
ENTRE DOS JUVENTUDES
Drama en dos actos. La acción se desarrolla en el Avilés recientemente industrializado de 1967, con un cruce de juventudes que viven en mundos muy distintos: la del Club Náutico de Salinas, con asentamiento veraniego en chalets de lujo, y la del Avilés industrial, hijos de trabajadores venidos de la España profunda, de hambre y de miseria, y de las más atávicas tradiciones; una juventud que vive en medio de la del Club Náutico y de aquella otra que arranca adoquines en el París del 68. Estos ingredientes se condimentan con los tintes de una historia policíaca, para resolver un… ¿crimen?… en los acantilados de Salinas, hoy La Peñona, museo de las Anclas.
“Mañana”…, tan cerca y tan lejano…, siempre tan desconocido.
Un accidente marca las vidas de los personajes de este drama, sumergiéndolos en el “valle del silencio” del protagonista desde el momento que cae en coma. Su madre y Estela lo viven trágicamente, la una con el dolor de madre que pierde a su hijo y la otra con el dolor de quien ama sin ser correspondida. Los demás personajes, Marga, su hermana, y Ana, su novia, lo viven con diferente resignación, amparadas por un silencio que les conviene. Pero la investigación de un joven doctor, saca a Enrique del valle del silencio y la nueva realidad desenmaraña sus vidas.
En la primera mitad del siglo pasado, los viajes transatlánticos se hacían fundamentalmente por mar, lo que les imprimía un cierto halo de misterio, permitiendo en sus quince días de travesía vivir las más intensas experiencias vitales, como ocurre en este viaje Buenos Aires-Londres.
Jaime, desde su aldea, un pueblo pesquero en la costa astur-occidental, ansiaba ampliar fronteras más allá del alcance del viejo cascarón de los barcos de pesca  amarrados en el diminuto muelle de su pueblo,  y lo hizo enrolándose en un trasatlántico que hacía la ruta desde el Atlántico-Norte al Atlántico-Sur.
Quería conocer mundo, tratar gente… y lo hizo a lo largo de varias travesías en trasatlánticos de la misma naviera. Pero tras lo vivido en este último viaje en el DIMIFRAU, no como protagonista sino como testigo, su decisión fue firme: desembarcaría y regresaría a su aldea. No lo hubiera hecho si los servicios prestados en el buque fuesen como camarero de tercera clase, pero al salir de Buenos Aires lo destinaron a Cabin-Class (primera clase), al servicio personal de un viejo Senador Uruguayo, un Lord inglés y su sobrino, y un joven matrimonio argentino de la alta sociedad.
Pasión, misterio  y amor, con ingredientes de conciencia social que provienen de segunda y tercera clase a través de Andrés y Mila, son el hilo conductor de un drama que finaliza en tragedia.
La globalización no es solo “cosa de la moda”, afecta por igual a la moda, a las costumbres, al consumo, a la moral, a la política y…, hasta la crisis se globaliza, aunque no para todos de igual modo.
En esta obra, EAAAO es la conciencia globalizada de los cinco continentes.
Se trata de una representación teatral  que intenta plasmar la voz de los indignados de la sociedad, algo que no es entendido por parte del público que interrumpe la función, aprovechando  entonces el director el caos para invitar a los enfrentados, en pro y en contra, a que suban al escenario.
Quizás ésta sería hoy una buena solución, subir al escenario a los “espectadores” de la indignación para que pudieran experimentar por sí la realidad de los que protestan,  los que están en paro, los que sufren la injusticia de estar sin techo… etc., porque el ponerse en el lugar del otro, aunque sea solo durante el tiempo de una representación,  abriría el corazón.
Pero la realidad no es así, ni en la obra tampoco, los espectadores-actores terminan por vivir, en el futuro, como esperpénticos personajes del pasado, convertidos en patética realidad de los despojos de la insolidaridad y la incomprensión, y esto en nuestro continente o en cualquier otro, ó en todos a la vez, pues no en vano las guerras del último siglo han tenido el calificativo de “mundiales”.
Esta obra fue escrita en el año 68, el año del mayo francés, cuando los jóvenes de mi edad en España hacíamos la mili, y las perspectivas de trabajo las teníamos allende nuestras fronteras, lo mismo que las posibilidades inmediatas de libertad, quizás todo ello causa de la atmósfera de asfixia en que viven los personajes de la obra, tanto durante el primer acto como en el segundo.
Este sketch fue escrito en la travesía Buenos Aires-Barcelona, a finales del 65, a bordo del Cabo San Roque, para participar en la fiesta del paso del ecuador.
Nada más salir del puerto de Buenos Aires, los cuatro compañeros de camarote concebimos la idea de hacer algo para la principal fiesta de abordo; entre nosotros había un muchacho chileno que fue el que aportó la idea de llevar al papel, en forma de skecht, una historieta que se contaba a modo de chiste en su tierra. La tarea de plasmarla en el libreto me la encomendaron a mí, así como la dirección, aunque ellos fueron los encargados de representar el skecht, lo que resultó un éxito pues también interpretaron el papel femenino.
Para que la interpretación tuviera un mayor realismo, en cuanto a cadencias, acento y expresiones, ya que solo uno de los  intérpretes era chileno, en el libreto se intentó plasmar el modo de pronunciación, con sus dejes, para el papel de Audilio, ya que lo iba hacer el compañero gallego, lo cual también fue un acierto por la mezcla de los dos acentos: el gallego con el de guaso ó campesino chileno.
Aunque descripto como relato, se trata mas bien de un cuento-relato; cuento respecto a la parte de ficción utilizada como vehículo para contar la historia, y relato en cuanto a lo realmente vivido por un matrimonio español que emigró a Uruguay en los años sesenta.



No es un libro de cuentos al uso, pues se trata de relatos, cuentos, vivencias, historias… sugeridas por la insistencia de mis nietas, a la hora de pedirme que les relate cuentos; nacen, además, por el interés por conocer sus raíces, y los lugares citados en esas narraciones.




COLECCIÓN: TEATRO DE JUVENTUD

En este libro se recopilan las cinco obras de teatro publicadas anteriormente: MAS ALLA DE LAS FRONTERAS, ENTRE DOS JUVENTUDES, EL VALLE DEL SILENCIO, EL GRAN EAAAO Y EXTRAÑO PASAJERO.

En este libro se recopilan cinco obras de teatro escritas en la década de los años sesenta del siglo pasado. Recogen esencialmente la problemática de los jóvenes de entonces, especialmente manifestada en la emigración a Sudamérica, tanto por motivos políticos como económicos.

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